NYC Subway Station in Brooklyn. Approaching, G train. 2004
El día que Chávez fue a la casa.
Hacía como dos años que mi papá desvariaba, odiaba su trabajo siempre se quejaba de la Industria, de la gente que trabajaba con él y por supuesto de su jefe que ya no lo consideraba como antes. Mi mamá por su cuenta ya ni caso le hacía, ella al igual que yo, no entendía nada de lo que pasaba por la cabeza de mi papá y habíamos acordado tácitamente que transitaba por un estado de locura temporal y que en algún momento todo sería como antes.
Por esos días, fui al cubículo de mi profesora de Historia porque me había raspado en el trabajo sobre la revolución legalizadora sin explicación. Cuando ya estaba entrando por su puerta, me paré, la escuché susurrarle a la profesora Alicia que debía, por el bien del país unirse al frente revolucionario de avanzada, mientra ella le replicaba por encima, que qué lavativa era esa y quién era ese fulano Chávez que tanto mencionaba.
Primero fue Ramón, luego José y de última cayó Mercedes. El hueco que había dejado el árbol era de veinticinco metros y medio y allí estaban los tres mirando el cielo desde las profundidades terrenales. Piedras, raíces y lagartijas poblaban las paredes hasta la salida que se abría con un cielo azul y pájaros que le sobrevolaban y desaparecían de sus vistas cuando de pronto desperté y oí a mi mamá hablando del frente revolucionario de avanzada. Esta frase parecía estar muy en boga por estos días, pensé ¿y qué será lo que significaba que Ramón, José y Mercedes cayeran en ese hueco? Seguro que a ellos también los rasparon en el trabajo.
